viernes, 17 de septiembre de 2010

MASCULINO/FEMENINO.

Muchos de nosotros, posiblemente hayamos tenido la posibilidad de leer la novela que don Leopoldo Alas “Clarín”, titulada LA REGENTA, escribió en el último tercio del Siglo XIX. Bien, LA REGENTA no regenta nada, el nombre le viene de su marido que era eso, precisamente, Regente de la Audiencia. Y así podríamos seguir, pues, a la mujer del General se le denominaba la generala a la del Alcalde, alcaldesa, etc.

Afortunadamente esos tiempos ya son historia y a la mujer se le denomina por lo que ella es y no por la función que desempeñe la persona con la que se ha casado. Precisamente por eso ahora en pleno siglo XXI debemos tener en cuenta a la hora de utilizar nuestro vocabulario, hacerlo de forma coherente y no “pasarnos de rosca” cuando hablamos o escribimos, con el único objeto de parecer más “progres”.

Este problema se nos presenta, sobre todo, a la hora de hablar de igualdad, porque una cosa es eso, hablar de igualdad y otra muy distinta, es utilizar la lengua castellana, nuestra herramienta por excelencia de comunicación, en nuestro beneficio y como se nos antoje sin tener en cuenta las Reglas de la misma.

En esta época que nos ha tocado vivir, mucho se habla de igualdad; igualdad entre el hombre y la mujer. Igualdad entre lo femenino y lo masculino. Igualdad social. Igualdad laboral. Igualdad en derechos y en deberes. Igualdad, en fin, en todos los aspectos de la vida. Pero no nos confundamos: no pensemos que la igualdad es un problema sólo de semántica, puesto que no es lo más importante en este tema. La igualdad hemos de llevarla a cabo con el esfuerzo de todos. Es verdad que hay un camino andado, pero aún queda mucho por recorrer.


Como digo, la semántica es necesaria para designar los géneros femenino y masculino pero no nos pasemos. Personas con una formación académica considerable y que representan a amplios sectores de la sociedad, cuando hablan en público ponen un énfasis especial en recalcar estas diferencias hasta el punto de caer en errores ortográficos o faltas gramaticales que, en realidad no son necesarios para designar un nombre a cada cosa y nombrar a cada cosa con su nombre.


 Acostumbramos a escribir por ejemplo; el / ella, los / las, niño / a, etc. Es decir, que existen el femenino y el masculino para designar los sustantivos, pero hay otros que son neutros, como se les ha denominado siempre, y, por tanto, necesitan el artículo determinativo para expresar su significado femenino o masculino, dependiendo del caso que se trate. Uno de estos términos, por poner un ejemplo, es el sustantivo joven, que con el / la delante, determinará si se trata de una mujer joven o de un hombre joven. Bien, supongo que todos recordamos hace ya algunos años, aquello de jóvenes y jóvenas. Seguro que en aquel momento todos pensamos que fue un lapsus de quien se expresaba es esos términos. (Aún no se hablaba tanto de igualdad como se hace actualmente).
Bien, pues no hace mucho, escuché en una conferencia, mitting, o como lo queramos llamar, a otra señora que repetía los mismos términos; jóvenes y jóvenas. Y pensé, “otra que se ha equivocado”. Pero no, mi sorpresa fue que la conferenciante recalcó los términos haciendo hincapié en delimitar mediante el vocabulario lo femenino de lo masculino. Y yo pienso ¿si la mujer es jóvena, porque el hombre no puede ser jóveno?. ¿Puestos a cambiar?. De igual modo, podríamos llamar a los hombres que practican deporte deportistos, y a las mujeres deportistas, por supuesto.

Tratemos de luchar para erradicar las injusticias y desigualdades que se producen en todos los ámbitos; tanto en el público como en el privado y no malgastemos nuestros esfuerzos en banalidades como ésta; pues la utilización de unas palabras u otras no conseguirán más igualdad que es de lo que se trata.



La Lengua Castellana tiene recursos para designar todos los términos. Utilicemos los que creamos convenientes, pero no tratemos de enmendarle la plana a una Lengua tan rica en términos como la nuestra. Enmienda que no es necesaria. Lo que si es necesario es la conciencia por parte de todos, de formar una sociedad igualitaria en todos los aspectos de nuestra vida. Y no cabe duda que el movimiento se demuestra andando.

1 comentario:

Geraldine dijo...

Estupenda reflexión, la igualdad se demuestra en la realidad cotidiana y lo que las mujeres han ido logrando con la lucha y el tiempo. Penoso estas politiquillas que quieren destacar hasta en lo que resulta ridículo. Muy buena la tarjeta roja de la foto, creo que habría que sacarselas a muchas que quieren ser más papistas que el Papa y sólo consiguen quedar fuera de lugar. Como indica tu imagen final, contra la estupidez lo mejor el conocimiento y la cultura.

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