martes, 31 de agosto de 2010

LO QUE TÚ ERES.......

LO QUE TU ERES ES LO QUE DIOS TE REGALA. LO QUE HACES DE TI ES LO QUE REGALAS A DIOS.”
Esta frase que puede parecer producto de algo superfluo porque habla de regalo. Y cuando nosotros pensamos en un regalo, lo último que se nos pasa por la mente es que esté relacionada con Dios, con nuestra vida, con nuestro espíritu.

No se quien es el autor de la mencionada frase. No se si forma parte de algún texto concreto. Solo se que apareció en mis manos en algo tan simple como es una pegatina. Una pegatina que contenía, además de la frase, un calendario acompañado de una foto de unos pajarillos en una rama. Como digo una pegatina que te la dan en algún lado y que generalmente, terminas pegando en los azulejos de la cocina.


La frase, por lo menos desde mi punto de vista, es digna de reflexión. Yo no la he olvidado, aunque la pegatina ya ha desaparecido del azulejo. Es mas, me ha servido para aplicarla a mi vida, y desde entonces, procuro que sea la máxima diaria en la que se basa mi filosofía de vida.

Si en principio no es lógico que se relacione con algo que no sea un regalo material, no es menos cierto, que nuestra vida la podemos considerar un regalo que la naturaleza (Dios), nos hace, y qué duda cabe, que cuando alguien nos regala algo, por insignificante que sea, nos gusta cuidarlo para que no se estropee. Tampoco debemos olvidar que si nuestra vida es un regalo que se nos ha dado, tenemos el deber agradecerlo, de cuidarlo, porque nuestra vida no nos pertenece, es de nuestro Creador y debemos cuidar nuestra vida, su REGALO para agradarlo, no es conveniente que la maltratemos, que la estropeemos. Seguramente, al final del tiempo nos pedirá explicaciones sobre lo que hicimos con el regalo que un día nos entregó.

No olvidemos que los que somos creyentes, formamos parte del Plan-Proyecto de Dios y hemos de ser coherentes, tanto desde el punto de vista individual, como el de ser que forma parte de una comunidad concreta.

El ser humano ha sido creado por Amor. Dios lo ha creado a Su Imagen y Semejanza. Lo ha convertido en el centro de la Creación y se la ofrece para su disfrute, para que la cuide como un bien que ha recibido de manos de su Creador. Con la Creación, el Señor comienza el Plan-Proyecto de Salvación para la Humanidad entera.


Dios ha creado al hombre de la nada, lo ha hecho un ser que ha de vivir en relación con los demás. Un ser humano en soledad no tiene posibilidad se desarrollarse en ningún sentido. Ha de relacionarse con el resto de sus iguales para formar una sociedad en la que desenvolverse y desarrollarse.

Desde el momento en que se produce la hominización, y el ser humano aparece sobre la tierra, ha sido elegido por Dios para ofrecerle su Plan-Proyecto de Salvación, que le entrega por Amor y gratuitamente. Dios es Amor y así se manifiesta al hombre. Dios no necesita entregarnos su Proyecto de Salvación para ser mejor ni para que le amemos. Pero nos lo entrega por Amor. Tampoco lo necesita para ser reconocido. Dios tiene a Su Hijo y al Esp. Santo, pero elige libremente al hombre para hacerle poseedor de su Gracia, la cual le es transmitida a través de los Sacramentos.

El Plan-Proyecto de Dios es Universal. Dios lo ofrece a toda la Humanidad. Es un Proyecto de Vida Eterna; una Vida en Plenitud que lleva al más allá de esta vida terrena. Todos los seres humanos son los destinatarios de él, aunque algunos no lo conocen. Otros, conociéndolo, lo rechazan con su actitud de pecado. No todos los hombres se “aprovechan” de este Plan de Dios que, generosa y gratuitamente ofrece a todos y cada uno de nosotros. Aunque, como Dios es Padre, se vale de otros medios que solo Él conoce, para que su Plan-Proyecto de Salvación llegue a todos.

El Plan de Salvación de Dios es CRISTOLÓGICO; nos lo ofrece a través de su Hijo Jesucristo. Este también sufrió la tentación, pero la rechazó, sabiendo que el Camino marcado por el Padre es el único verdadero. La oferta salvadora de Dios llega hasta nosotros por la mediación de su Hijo. Anteriormente lo presentó a través de los Profetas. Aunque el Plan-Proyecto de Salvación de Dios para el hombre comienza con la Creación, con el envío de su Hijo Jesucristo, Dios ha divinizado la naturaleza humana. Esto es algo que sobrepasa al hombre que, por naturaleza, tiene ansias de conocer a Dios, pero solo en el cristianismo, es donde se produce el encuentro con el Padre Misericordioso.

El ser humano es un ser trascendente: por naturaleza busca la trascendencia. Se pregunta, sobre todo, por su destino una vez que haya muerto. Se pregunta el sentido de su vida, si después de la muerte no hay nada. A lo largo de la historia de la Humanidad, han sido diferentes las respuestas que el hombre ha recibido a esta pregunta, pero la que más satisface a sus interrogantes es la que Dios le ofrece.

El ser humano ha sido creado libre para aceptar o no el Plan de Dios. Ya desde Adán y Eva, los hombres tienen la tentación de rechazar el Plan de Dios, apartándolo para erigirse ellos en sus propios dioses o crearse otros que le resulten más cómodos.

Cuando el Plan-Proyecto de Dios es rechazado por el hombre, éste cae en el pecado, piensa que su vida es suya y puede hacer con ella lo que le apetezca. Olvida que su existencia es un regalo que Dios le ha hecho y como tal ha de cuidarlo. No le pertenece.


El hombre se convierte en pecador cuando conscientemente niega a Dios; se enemista con Él y a la vez, con la personas que tiene a su alrededor.

Todos nacemos con el Pecado Original, del que nos salva el Bautismo. Lo heredamos de Adán y Eva, generación tras generación. Ellos pecaron. Primero se enemistaron con el Señor, negándolo y pretendiendo suplantarlo sucumbiendo ante la tentación de la serpiente. Después se enemistaron entre ellos; se culpan el uno al otro de su propio pecado sin querer asumir cada uno su propia responsabilidad.

Después del pecado, el ser humano contempla y acepta su realidad de forma diferente. El dolor y el sufrimiento lo vive con desesperación. No se trata de evitar estos estados a los que la naturaleza humana está sometida, sino de aceptarlos y vivirlos con la calma que nos da la Gracia del Señor. Gracia que nos envía a través de los Sacramentos que la Iglesia nos ofrece. El pecado conlleva el desorden y el desconcierto en el ser humano, que solo la vida en Cristo puede restituir.

Mediante la Gracia, el ser humano se transforma interiormente. A partir de su encuentro con Dios, está llamado a la Salvación del Plan-Proyecto de Dios y la Gracia recibida forma parte de él. Es convocado a participar en la Creación. En esa llamada, es la Iglesia, la que ha de participar en el cuidado de el Regalo Divino para que el cristiano forme parte de la gran familia de los bautizados en Jesucristo; sus seguidores en el camino hacia la Vida en Plenitud junto al Padre.

1 comentario:

Geraldine dijo...

Reconozco que a lo largo de mi vida y mis circunstancias he sentido dudas y mis altos y bajos con Dios pero también tengo que reconocer que es como un puerto al que siempre vuelvo buscando abrigo.
Excelente escrito.
Tienes un blog magnífico y es un placer leerte.

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